Dejarlo todo e irte a recorrer el mundo.

Cuando decidís viajar no es solo la decisión de sacar el pasaje, agarrar tu mochila, subierte al avión y listo nos vemos en disney o por ahí. Cuando nosotras decidimos viajar nos invadió la felicidad de compartir y una incertidumbre cuasi pánico de no saber que se tiene que hacer para vivir viajando que ni te cuento (te la voy a contar igual). La teoría la encontras en cualquier pagina, blog, video, carta astral, pero la práctica se hace latente cuando contas tus ahorros de años de trabajo seguido por darte cuenta que tenes que dejar el lugar donde estás viviendo, empezar a vender tu tele, tu bici, tu heladera (lo que nos costó venderla), tenes que comprar cosas, porque aunque pienses que tenes todo lo necesario en tu placard, cuando armas el bolso, lees blogs y pedis consejos de pronto tenes una mochila que se estalla pero que aún le faltan cosas; tenes que pasar por todas las burocracias habidas y por haber de la renuncia (tan deseada) a tu trabajo rutinario de oficina; despedidas de aca, despedidas de allá, encuentros por las dudas, desencuentros programados, idas y venidas, bondis, pedaleadas (si todavía no vendiste tu bici), tiempo tiempo tiempo. El reloj hace tic tac y vos te encontras tiradx en la cama feliz por la decisión que tomaste y el reloj sigue haciendo tic tac y la fecha de tu vuelo al mundo se acerca y el reloj sigue haciendo tic tac. La ansiedad te mata, el reloj te corre y todavía no dejaste tu casa, ni tu trabajo, ni te despediste de nadie. Pero no te preocupes... en la última semana haces todo sacando de dentro tuyo una especie de super multipersona que todo lo puede y entonces vendiste, regalaste, compraste, llevaste, trajiste, renunciaste, fuiste, viniste, te encontraste, comiste, bebiste, abrazaste, lloraste, fuiste de nuevo y por las dudas volviste a ir. Cuando estabamos en el avion solo sabíamos que teníamos un vuelo de 23 horas por delante, nos mirabamos con una sonrisa estallada en la cara y nos decíamos que hasta no llegar a nuestro destino no íbamos a reaccionar. Y así fue. Bajar del avión y darte cuenta que diste el primer gran paso de un gran cambio. Y ahí estábamos. Primer destino Nueva Zelanda.

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